
Las últimas semanas no pasaban más. Los últimos días se hacían de goma. Ni hablar de las últimas horas, IN-TER-MI-NA-BLES! Y para colmo el set de O Connor se retrasó y hubo que esperar una hora y media más de lo pautado para ver a la "Filarmónica del Colorado" desplegando su 20º aniversario del Rust In Peace en tierras argentas.
Lo de O Connor, fuera del pésimo sonido que le tocó y lo adverso que fue el público desde el vamos, fue más que digno. Abrió su set con "Se extraña araña" (una rareza, teniendo en cuenta que es el tema con el que generalmente cierra sus shows). Los primeros temas fueron un mazazo atrás de otro, apostando a un repertorio muy heavy de la mano de "Se parece mucho a vos", "Pagando por tu actitud" y "1976". Recién con "Hasta ser libre, "Jardín de la eternidad" y " Tecnósfera" sacó un poco el pie del ascelerador, y apeló a los riffs más gancheros y siempre efectivos. Quedaron para el final "Rock del suicida", "Enroscado al mundo" y "Otro día para ser", que como siempre sucede en estos casos, se convierte automáticamente en el tema más coreado del repertorio. Las cenizas de la H siguen vivas, y hasta el momento el público metalero parece no lograr superar ese duelo. Una verdadera lástima, porque O Connor tiene una propuesta más que interesante para la actualidad de la escena "pesada"local.

Minutos antes de las 22 hs. se apagaron las luces y comenzó a sonar la intro disparada desde la consola con el inconfundible "Black Sabbath". Miles de encendedores se prendieron en el medio de la oscuridad, el telón de fondo con la tapa de Rust In Peace se iluminó con una luz rojiza muy tenue, y el público ya estaba completamente entregado, aun sin haber escuchado un sólo riff. Shawn Drover fue el primero en ocupar su lugar en la bata con camiseta argentina para alimentar la demagogia, luego asomaron Dave Ellefson con sus chapas largas nuevamente (al menos las pocas que le quedan) y Chris Broderik vestido completamente de negro, y finalmente el "último gran héroe", Dave Mustaine, de camisa blanca como en el 2005 y su inseparable guitarra Flying V.
Apenas terminó la intro arrancó "Dialectic Chaos", el instrumental que abre Endgame. Le siguió "This day we fight", de la misma placa, aunque muchos no logramos distinguir bien de que se trataba por el pésimo sonido con el que dieron comienzo al show. Recién con "In my darkest hour" se pudieron distinguir las primeras notas con claridad, quizá más hipnotizados por lo emotivo que por otra cosa, porque el sonido era realmente malo. Mustaine preguntó si "sabían por qué estaban ahí", y ahi dio comienzo al segmento de Rust In Peace, que fue ejecutado de punta a punta, todos los temas tal como están grabados en el álbum de estudio. Arrancaron con "Holy wars"
y "Hangar 18", posiblemente el momento más caliente del show. Peeeeeero...pero de caliente pasamos al frío, porque un joven argentino subió al escenario burlando la seguridad, Mustaine se calentó, y la banda se fue sorpresivamente del escenario sin dar explicaciones. Es cierto, el sonido era muy malo, y Mustaine solamente apareció en un momento para decir que tenían un problema, pero no aclaró de que se trataba.
A cualquier mortal le hubiese costado horrores remontar este momento, pero Megadeth tenía un as sobre la manga: quedaba gran parte del repertorio del R.I.P., y no se hicieron esperar "Take no prisioners", "Five magics", "Poison was the cure", "Lucretia", "Tornado of souls", "Dawn patrol" y "Rust in peace... polaris". Cuesta elaborar un comentario sin dejarse invadir por la emoción que implicaba estar escuchando este disco glorioso en vivo y en directo, 20 años después. Es cierto, no estaban Marty Friedman y Nick Menza, pero era lo menos importante. Comprobar que siguen teniendo la misma justeza, la misma habilidad para tocar un álbum tan intrincado como directo, fue la prueba de fuego que faltaba para darnos cuenta que Megadeth tiene vida para rato. Al menos mientras Mustaine goce de buena salud y eluda sus adicciones y recaimientos, da esa sensación.
La parte final del show fue para que el Luna Park se viniera abajo. "Headcrusher" fue coreada como si fuera un himno de toda la vida, "A tout le monde" la cantaron hasta los vendedores de gaseosa, y ni quieran imaginarse lo que fue "Symphony of destruction" y el "Aguante Megadeth" que ya es marca registrada de cada presentación. Con "Trust" y "Peace Sells" llegaron los bises y el final más que emotivo del concierto, que tuvo algunos aspectos en el debe, por supuesto, pero que desde lo emotivo fue para recordarlo toda la vida. A tus nietos les vas a contar que viste en vivo el Rust In Peace, y el mito se agigantará por los siglos de los siglos. Amén.