viernes, 11 de noviembre de 2011

MEGADETH EN ARGENTINA: Lo bueno, si es breve...¿es doblemente bueno?



Noche esperadísima en Buenos Aires. En realidad, ya a partir de las 17 hs., una hora antes de lo previsto para la apertura de puertas, las inmediaciones del predio que tiene Argentinos Jrs. en el barrio de Agronomía daban cuenta que el estadio iba a estar colmado desde temprano. Las expectativas eran enormes: nuevo álbum en las bateas, el comienzo de la gira en nuestra casa y lo que siempre provoca Megadeth en el público argento. Era cuestión de esperar que pasen los minutos...

Poco después de las 19 hs., Serpentor subió a escena para que la espera sea lo más llevadera posible. Arrancaron con un sonido bastante pobre, que con el paso de los temas se fue acomodando, pero que sin embargo nunca llegó a estar del todo claro. De todos modos, la propuesta thrashera "old school" al mejor estilo Testament fue bien recibida por los espectadores, que a esa hora ya habían colmado casi el 80% del estadio. Había que seguir esperando...

La noche tenía preparada una grata sorpresa antes de que Mustaine y sus muchachos salieran a tocar. Algunos ya estaban avisados, pero quienes no consumen redes sociales se encontraron con la presencia de Malón sobre las tablas. Pese a que hay una fecha anunciada para diciembre con el regreso de la mítica banda que nació del desprendimiento de Hermética, Claudio O' Connor, Antonio Romano, Claudio Strunz y Karlos Cuadrado salieron a patear culos y demostraron que este regreso está a la altura de las circunstancias. "Malón Mestizo", "Gatillo Fácil", "Castigador por Herencia" (todos de"Espíritu Combativo", disco debut de la banda), fueron las pruebas necesarias y contudentes para demostrar que la M goza de buena salud. Como frutilla de la torta, "Tú Eres Su Seguridad", clasicazo de Hermética para meterse hasta a los más incrédulos en el bolsillo. Linda forma de calentar motores, y dejar al público "calentito" de cara al plato fuerte de la noche...


Y llegó nomás la "hora más oscura". A las nueve y cuarto de la noche, con una puntualidad asombrosa, se apagaron las luces del estadio. Sin intro ni anestesia, comenzó a sonar "Trust" en un comienzo atípico. Poco le importó a la multitud, que estalló y coreó el tema hasta tapar a la banda y al propio Mustaine. Acto seguido, casi sin respirar, siguieron "In My Darkest Hour" y "Hangar 18". La entrega del público era total, a pesar de que el volumen era muy bajo y el griterío rozaba el límite de lo tolerable. Siguieron en la lista "Wake Up Dead" y "She-Wolf", tema dedicado a las "evil woman" según palabras del propio Mustaine.

Hasta acá el show era un clásico atrás de otro, el aguante del público crecía tema a tema, el sonido por momentos parecía emparejarse y por momentos decaía, pero habría más. Para desgracia y decepción de muchos, llegaría "A Tout Le Monde", la balada más representativa de Megadeth. Y digo desgracia y decepción porque nunca escuché en vivo una versión con tantos pifies y que sonara tan mal. De ahí en más pareció que el show cayó en un bache, que incluyó la interpretación de "Whose Life (Is It Anyways?)" y "Public Enemy N° 1", dos temas de la última placa "Th1rte3n", a duras penas reconocibles por el canto del público, y "Head Crusher" del Endgame. Increíblemente, lo que pintaba para ser una jornada gloriosa, pasaba de un comienzo explosivo a un momento de incertidumbre absoluta.

La remontada final, como era de esperarse, llegaría con "Sweating Bullets" y "Symphony Of Destruction". Dejando de lado cuestiones específicamente sonoras, cuando suenan gemas de este calibre cuesta abstraerse de la locura y el desenfreno. Tembló el microestadio de Argentinos Jrs., que todavía iba a ser testigo de un cierre descomunal, de la mano de "Holy Wars" y "Peace Sells". Ovación, cantos de aliento, retribución, el "ustedes estuvieron genial, nosotros fuimos Megadeth" característico de cada final de show, y el "My Way" de Sid Viciuos que marca el camino de regreso a casa.

Entre las caras de felicidad, agotamiento y éxtasis, se entremezclaban caras de desazón e incredulidad. Y los interrogantes eran varios: ¿Puede una banda como Megadeth dar un show con tantos altibajos de sonido? ¿Cuál es la responsabilidad de la banda y cuánta culpa hay del sonidista? ¿Pueden tocar apenas 70 minutos como lo hicieron sorprendentemente esta vez? ¿Cuánto tiene que ver la operación que le realizaron hace pocas semanas a Dave Mustaine en el cuello? ¿Es leal que la productora no informe del tiempo pautado para que toquen, teniendo en cuenta el elevadísimo valor de las entradas?

Más allá de todas estas preguntas, cuyas respuestas están en cada uno que asistió al show, pienso en que no dejo de emocionarme con los clásicos de siempre, que cada presentación de esta banda es un ritual inigualable desde lo pasional, y que a pesar de todos los inconvenientes que menciono más arriba, me cuesta afirmar que no disfruté del show. En frío los análisis poco tienen que ver con lo que se siente y se vibra en el vivo y el directo, y yo en lo personal prefiero quedarme con ese sentimiento tan humano y cristalino que es la emoción que genera una puta canción.

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